domingo

Despejemos el día feriado



Busquemos un lugar
de gracia divina
y despejemos el día feriado,
sacando de los adentros
las nubes que invaden el cuarto,
así en un perfume de ansiedad,
habitar el centro como un péndulo
cayendo de forma lenta.

Como un péndulo que circunda
diferentes tiempos en un espacio,
atravesado de cuadros y lana,
que no hacen más que detenerlo.

La habitación del tiempo
se moviliza enérgicamente,
y allá afuera tras la ventana,
despejamos el día feriado,
para sacarle la sustanciosa capacidad,
de locomoción interna.

Por ser



Gracias luz
por ser mis ojos,
que en tu color
afinan la blanca mirada.

Por ser mi color
agradezco,
que tu mirada
mis ojos afinan.

Por ser la luz,
la blanca mirada,
gracias,
que en tu color
afinan mis ojos.

Espanto


Y si son piruetas
o altas curvas en bicicleta,
prefiero que el sol
ilumine ésta extraña silueta,
se ven rejas, pasillos y rejas
que color negro se tensan.
Y podría cortar el aire
cuando en lo alto se escabulle,
un fantasma al trote
que al verme corre,
en este vértigo
adormecido.

Aguacero



Pedazo de agua
que se hizo brisa,
que se hizo brillo en mi cara,
a veces te espero
para un posible ronroneo
sobre el techo,
encima de la luz,
tras la esquina,
lejos de mi almohada.

Pedazo de agua
invasiva y atolondrada,
danzante y titubeante,
es este vaivén
el que rejuvenece el silencio
meditando el espacio,
como una hamaca
que en la plaza Sarmiento
se mueve sola.

Pedazo de agua
inasible a mi mirada,
valiente y paciente,
me espera.

Desde el aposento



En pleno auxilio
me despierto acalorado,
ya no sé si es ser un héroe
o un ser extraviado,
sin boletos ni centavos.

Quizás son los colores
inundados de dibujos animados,
animados a ser otra cosa,
en esas noches desveladas
para ejercitar el acto
de aprender el silencio.

Aquella barrera que uno pasa
de las horas sin terminar,
se arman con desenlaces
que se tiñen de comedia,
de vecinos, aleatorios,
en un descanso
enfrascado.